Las TIC nos permiten crear espacios virtuales con múltiples propósitos, dando lugar a un gran potencial para promover la colaboración entre nuestros alumnos y mejorar la comunicación en todo momento. El aula se expande y derriba los muros físicos para pasar a ser cada vez más ubicua. Pero para que se expanda debemos tener en cuenta los consumos culturales de nuestros alumnos y conocer las condiciones para optar por la opción más adecuada.
En el artículo anterior mencionábamos que las TIC no solo nos
invitan a repensar nuestras prácticas como docentes, sino también la
institución y el espacio escolar. Cuando hablamos de los usos y los consumos
culturales de los niños y adolescentes, los dispositivos informáticos y las
tecnologías digitales en general aparecen en el centro de la escena, están
inmersos en su cotidianidad. No obstante, no sucede lo mismo cuando intentamos
recuperar parte de esos consumos en la escuela, dado que los usos que se
proponen terminan siendo muchas veces forzados para entrar dentro del marco
pedagógico-didáctico o, en términos generales, “escolar”.
Una buena manera de iniciar el año, incluso antes de pensar si
usar o no tecnologías en el aula, es indagar acerca de los consumos de nuestros
alumnos. Podemos preguntarles si tienen internet en sus casas o si acceden
desde un ciber, si usan correo electrónico, redes sociales, cuáles, si tienen
algún grupo virtual con sus compañeros para revisar sus tareas, qué usos hacen
de internet cuando tienen que resolver un trabajo práctico o consigna,
etcétera. De esta manera, podemos pensar en cuáles son los mejores modos de
expandir el aula y llevarla también a la virtualidad, aprovechando las
características de internet y los desarrollos de características sociales como
Facebook, Twitter, o ambientes más cerrados como Edmodo, AcademicID, wikis o
aulas virtuales.
También es bueno saber con qué tipos de dispositivo acceden, si lo
hacen, a internet. Celulares, tabletas, portátiles o PC de escritorio no
ofrecen las mismas prestaciones frente a las diferentes propuestas de trabajo,
por eso cuando pensamos en una aplicación que requiera de celulares, debemos
tener en cuenta las limitaciones de la tecnología disponible.
Utilizar la virtualidad y las características portables de algunos
dispositivos, sobre todo las netbooks, tabletas y celulares, permite pensar en
lo que se denomina aprendizaje ubicuo.
Sin embargo, una de las principales problemáticas que se presentan, sobre todo
al hablar de dispositivos móviles en la educación, es justamente la prohibición
de los mismos dentro del aula. En este sentido, especialistas como María Teresa
Lugo, Coordinadora de Educación y TIC del IIPE-UNESCO, señalan que “es
necesario revisar los marcos regulatorios que prohíben el uso de celulares en
las aulas. Esa discusión puede derivar en establecer nuevos marcos de
convivencia en los establecimientos. Es una gran oportunidad”.
Una vez que tengamos una aproximación a nuestros alumnos y a sus
consumos culturales, podemos proponer actividades que promuevan diferentes usos
que potencien la colaboración entre los compañeros del curso y los docentes.
Puede ser desde el uso de herramientas compartidas para la realización de un
trabajo práctico, como una propuesta de planificación anual de la cursada de
nuestra materia, y también de las de los demás docentes del curso, en caso que
quieran sumarse.
Cecilia Sagol, responsable de Contenidos de Educ.ar, afirma que el
aula ampliada inaugura un nuevo espacio comunicativo y de circulación de
saberes, “tiene que ver con las formas de consumo de las que los jóvenes están
a la vanguardia en sus momentos de ocio: descarga de archivos a demanda;
lectura en pantalla, producción y consumo de multimedia, colaboración, redes”.
¿Qué puede aportar en su espacio digital, para qué puede usar su aula aumentada más allá de tener los materiales de la clase? Por ejemplo:
- Poner guías de trabajos y de lectura de bibliografía.
- Publicar enlaces y textos con más material de lectura sobre el tema.
- Publicar videos.
- Grabar videos propios con explicaciones.
- Compartir material sobre temas vinculados indirectamente a temas curriculares de las clases presenciales, o de interés general y no obligatorios.
- Consignas para los trabajos prácticos para que estén siempre disponibles.
- Fotografías de los chicos trabajando en el aula.
- Autoevaluaciones o evaluaciones que se corrijan entre el grupo.
- Mensajes.
- Consignas para debatir.
- Contestar preguntas en todo momento en forma unidireccional o alentar las respuestas colaborativas.
- Alentar publicaciones por parte de los alumnos sobre materiales interesantes ligados o no a lo curricular.
Al momento de pensar en ampliar el aula en el espacio virtual
debemos tener en cuenta cuál es el rol que va a jugar esa virtualidad en el
contexto escolar. Puede tener múltiples formatos y funciones, y en algunos
casos muy poca complejidad técnica. Podemos crear un blog, una carpeta
compartida en la red de la escuela, un aula virtual, una carpeta en Dropbox, un
grupo en una red social.
En estos espacios podemos, entonces, trabajar sobre diferentes
aristas de la colaboración: la comunicación, los contenidos, la interacción, el
trabajo en equipo. Según qué aspecto queramos que predomine, deberemos elegir
la herramienta. Dentro de lo posible, pensando en que esta resulte en un uso
sencillo y práctico tanto por parte de los alumnos y de los docentes.
Weblografía:
Redes sociales educativas
Entornos Virtuales de Aprendizaje
Reservorios de contenidos
Comunicación
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