domingo, 13 de abril de 2014

INCORPORAR LAS TIC A NUESTRA PRÁCTICA DOCENTE

En esta primera entrega reflexionaremos acerca de la importancia de repensar nuestra práctica para incluir a las TIC como una herramienta que puede potenciar los procesos de enseñanza y de aprendizaje, siempre con una mirada crítica y fundamentada, pero libre de prejuicios. Convertirnos en exploradores en busca de la innovación educativa.



En las últimas décadas, la práctica docente comenzó a estar atravesada por diferentes tipos de discursos, entre los cuales se encuentra el de la innovación educativa, vinculada, tanto desde la esfera pública como la privada, con la integración de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) a los procesos de enseñanza y de aprendizaje. Las políticas públicas y proyectos de inclusión digital educativa fueron tomando protagonismo en las agendas de los diferentes países de la región latinoamericana, y la Argentina no quedó ajena a este proceso. Estas iniciativas, destinadas a reducir la brecha de acceso a herramientas informáticas, pusieron a prueba las estructuras del sistema educativo y establecieron las pautas para pensar en las TIC como un nuevo derecho y, sobre todo, como una herramienta de igualación social.

Este contexto nos interpela directamente en nuestro rol de educadores, porque a nuestra práctica cotidiana sumamos un elemento que, aunque no del todo ajeno, no utilizábamos con esta frecuencia ni tampoco a esta escala. Es por eso que trabajar con las TIC no es nuestro objetivo final, sino que proponemos a través de este blog acompañarlos en la innovación de nuestras prácticas de enseñanza y en propuestas novedosas de aprendizaje, tanto dentro como fuera del aula, dado que estas tecnologías también ponen en cuestión ciertas cuestiones vinculadas también a la infraestructura y al modelo pedagógico de la escuela como la conocemos.

En esta primera entrega de artículos de Alfabetización Digital Docente realizaremos una aproximación a un modelo que nos permite desentrañar un poco más ese enjambre de cables con el que nos encontramos al pensar en las tecnologías, ya sean computadoras, tabletas, salas de informática o aulas digítales móviles. Luego, iremos profundizando en otros temas vinculados a diversas herramientas que nos brindarán un ejemplo concreto a los conceptos que aquí presentaremos, con la intención de poder realizar una aplicación de los mismos a nuestra práctica cotidiana como docentes.

Como decíamos, la labor del educador está atravesada por los campos de los contenidos disciplinares y los pedagógicos, y en esa articulación nos desenvolvemos constantemente para mejorar nuestras estrategias y también los modos de enseñar determinados contenidos. Con la rápida penetración de las TIC en la educación hay un elemento más en el aula que nos obliga a repensar nuestra práctica como educadores: lo tecnológico.

Pensando en las competencias con las que todo docente debería contar los especialistas Punya Mishra y Matthew Koehler, así como también Judi Harris, sostienen que, además de estar integrado con lo pedagógico y lo disciplinar, un uso adecuado de la tecnología en la enseñanza requiere del desarrollo de un conocimiento complejo y contextualizado. Su propuesta se tradujo en un marco conceptual denominado Conocimiento tecnológico pedagógico disciplinar, conocido como TPACK (sigla en inglés de technological pedagogical content knowledge), que ha logrado expandirse por diversos espacios de formación docente. El modelo TPACK nos permite dar cuenta de algo que hoy nos interpela directamente: las TIC en la práctica docente y en el diseño didáctico.


¿Ahora debemos convertirnos en docentes especializados en tecnología? ¿Somos profesores de informática? Estos son solo algunos de los cuestionamientos que surgen cuando se habla de competencias y conocimientos tecnológicos de los “docentes del siglo XXI. La respuesta rápida sería NO, no deben ser expertos en tecnología, ni tampoco deberán convertirse en docentes de informática. No vamos a convertirnos en especialistas en sistemas, ni en programadores. Pero podemos enriquecer nuestra práctica con otras herramientas, creando nuevos escenarios que promuevan la creatividad, la colaboración, el aprendizaje en red y den lugar a una dinámica que vaya más allá de los dispositivos, hacia una mejor educación.  

Eliminar nuestros prejuicios a la hora de pensar en mediar nuestras prácticas con TIC nos ayudará a tener los ojos y oídos más abiertos y enfocarnos en el potencial, sin dejar de ser críticos, de hacerlo a conciencia y de entender cuáles son los objetivos que nos proponemos con la incorporación de tal o cual herramienta.

Algunas preguntas que nos pueden ayudar son: ¿qué tan diferente puede ser esta clase si usamos una determinada aplicación? ¿Puedo hacer esta actividad sin computadoras? ¿Aportan las TIC, a esta clase, algo que no esté en algún otro material?



Trabajando juntos

Ahora bien, como docentes no debemos centrarnos solo en nuestras prácticas individuales sino que debemos trabajar en conjunto, con nuestros pares, con los directivos y también con los alumnos. Cuando la incertidumbre respecto de los modos de integración de TIC es muy fuerte debemos actuar en conjunto con colegas que hayan tenido alguna experiencia, o que estén formándose, capacitándose, o que sepamos que nos pueden ayudar a pensar sobre nuestros objetivos pedagógicos teniendo en cuenta el componente tecnológico.

En las propuestas de las diferentes políticas de inclusión digital educativa surgió un nuevo rol: el facilitador digital. Se trata de una o varias personas que colaboraran con los docentes y les brindan las herramientas necesarias para que cuenten con un andamiaje fuerte al momento de trabajar con las TIC. Algunos de estos facilitadores se desempeñan en varias escuelas, otros son contratados exclusivamente para trabajar en una sola institución. También algunos docentes de informática han llegado a ocupar este rol, además de cumplir con sus horas cátedra al frente de la clase de Computación.

Ante esta nueva necesidad de la escuela, algunos especialistas afirman que llevar eficientemente las a la currícula escolar, demanda atender cinco componentes básicos: a) Dirección Institucional, b) Infraestructura TIC, c) Coordinación y Docencia TIC, d) Docentes de otras Áreas y e) Recursos Digitales.

Es decir que la incorporación de TIC no se da solo en la práctica aislada del docente en el aula, sino que puede enriquecerse cuando la institución está detrás apoyándolo con un proyecto guía que oriente y promueva esta integración, así como también la reflexión, el diálogo y, sobre todo, la capacitación. El segundo elemento se vincula con el equipamiento y la infraestructura: pensar en proyecto de incorporación de TIC sin tener en cuenta la infraestructura necesaria nos puede conducir a más de un dolor de cabeza y a altos costos de inversión en la adquisición que resultarán vanos a la hora de contrastarlos con nuestras expectativas.

El tercer elemento, el Coordinador Informático, o facilitador, debe demostrar ciertas condiciones personales (capacidades) que faciliten su labor. Estas se enmarcan en cuatro categorías: Humanas, Tecnológicas (TIC), Pedagógicas y Técnicas.

  • Capacidades humanas: debe poder establecer fácilmente relaciones con otros docentes y los directivos. Al ser el encargado de liderar procesos tanto de integración de las TIC, como de capacitación de docentes, debe demostrar dominio de las TIC, habilidades de liderazgo, condiciones para trabajar en grupo o en equipo, habilidad para escuchar, competencia para escribir claramente y facilidad de expresión oral.
  • Capacidades tecnológicas (TIC): es muy importante que pueda discernir cuáles son las herramientas más apropiadas para llevar a cabo una tarea determinada. Esto facilita su labor respecto a la formulación de proyectos de clase que integren las TIC, así como el desarrollo de propuestas dirigidas tanto al área administrativa como académica de la institución en las que estas se utilicen.
  •  Capacidades pedagógicas:  debe tener una apreciación clara del enfoque pedagógico asumido por la Institución Educativa para llevar a cabo la enseñanza/aprendizaje y las propuestas didácticas que permiten llevar al aula esos procesos. Debe tener en cuenta la conveniencia de utilizar diferentes estrategias pedagógicas para plantear las capacitaciones a docentes, diferentes de las que usa con estudiantes.
  • Capacidades técnicas: se refieren a la habilidad para solucionar problemas de tipo técnico de complejidad baja a media que se presenten en la infraestructura TIC de la institución. Esto es, conocimiento y habilidad para: instalar hardware y software, y resolver algunos problemas menores.
Los dos elementos que quedan de la lista (docentes de otras áreas y recursos digitales), refieren al trabajo interdisciplinario, a la transversalidad de los proyectos que pueden lograrse con la incorporación de ciertas herramientas tecnológicas, y a la posibilidad de trabajar con diferentes tipos de recursos, ya sean aplicaciones online, software, materiales multimedia, etcétera, dependiendo siempre de nuestros objetivos pedagógicos y al contenido a presentar.

Por otra parte, como señalan César Coll, M. Teresa Mauri Majós y Javier Onrubia Goñi en su “Análisis de los usos reales de las TIC en contextos educativos formales: una aproximación socio-cultural”, no siempre nuestra planificación se cumple como pensamos, hay usos previstos y también hay otros que emergen de la práctica situada en cada contexto de aplicación. Es por eso que debemos ser hábiles para enfrentarnos a los intersticios que toda práctica educativa presenta al momento de trabajar en una actividad.

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